Maneras de vincularse en pareja

Maneras de vincularse en pareja

Cuando nos relacionamos con otras personas, sobre todo con aquellas con quien mantenemos un vínculo más íntimo como una pareja, suelen ponerse en juego algunas dinámicas de acercamiento y alejamiento. Quizás lo ideal sería que los dos nos acercáramos de la misma manera, ni más ni menos. Pero la vida real no es perfecta, y es mejor así, ya que vamos creando nuestras relaciones desde la libertad, a medida que vamos aprendiendo a mantener relaciones más armónicas.

 

Algunas veces sentimos que somos nosotros quienes nos acercamos más al otro y otras veces notamos que es la otra persona que se acerca más a nosotros. Esta variación y dinamismo es natural, es un intercambio de dar y recibir. Es saber adaptarse, teniendo en cuenta las propias necesidades y las del otro, según el momento.

 

Sin embargo, a veces el acercamiento o el distanciamiento se dan de manera exagerada. Dicen que “los extremos no son buenos” y en el caso de las relaciones tampoco. Vamos a ver qué pasa cuando nos acercamos y cuando nos alejamos en exceso y cuál sería la mejor manera de posicionarnos respecto al otro. Para ello, nos podemos imaginar que hay una línea entre tú y la otra persona (tu pareja, un familiar o amigo). En este caso los extremos serían:

      1. Cuando tú te posicionas en una punta de la línea, alejado de la otra persona que está en la otra punta (o más cerca). Lo que debemos observar aquí es que tú quieres mantener la distancia, no te acercas, ni te abres… y esperas que sea el otro quien decida acercarse a ti. Si estás en esta posición, seguramente tienes miedo a mostrarte tal como eres, a expresar tus emociones hacia el otro y a manifestar tu propia opinión. En el mejor de los casos, serás capaz de expresar que tienes ganas de estar más cerca del otro y te atreverás a pedirle que se acerque, pero tú te mantendrás en tu lugar, sin implicarte en esta relación.
      2. Cuando tú te acercas demasiado al otro, invadiendo su espacio o haciéndote cargo de sus problemas (los cuales tú no puedes resolver). Con esta sensación de excesiva responsabilidad, actúas con ansiedad y seguramente vas a acabar sintiendo frustración. Incluso puedes llegar a reprochar la ayuda que le has brindado. Probablemente no te la haya pedido y aunque hubiera sido así, si la otra persona reclama que te acerques a ella para salvarla, la responsabilidad de haber cruzado el 50% de la línea que os separa también es tuya.

 

Si te posicionas en estas dos opciones (1 y 2), seguramente te falta confianza en ti mismo/a y también responsabilizarte de tus necesidades: sin pretender que el otro las cubra o estar más pendiente de cubrir las del otro, olvidándote de las tuyas.

 

En cambio, si tienes una buena autoestima y te haces cargo de tu propio bienestar, tienes la capacidad de posicionarte a medio camino de la línea imaginaria entre tú y la otra persona, en el 50%. Sabes dar y sabes recibir. Sabes expresarte y escuchar. Sabes respetarte y respetar. No tienes miedo a estar solo ni a vincularte. Y si lo sientes en algún momento, sabes gestionarlo de manera satisfactoria.

¡Esto sería un gran logro! Ahora bien, las relaciones no dependen solamente de uno… Así que una vez tú has conseguido estar la mayor parte del tiempo en esta posición equilibrada del 50%, la otra persona podría vincularse de varias maneras:

      1. Quiere entrar en tu 50% y tú puedes poner límites y decirle que NO, que no pase más
      2. Avanza poco, como un 20% por ejemplo, porque en este momento no puede o no quiere aportar su 50% y tú puedes decidir si esto te convence o no.
      3. Avanza un 50% como tú y, entonces sí, podéis caminar juntos desde la tranquilidad de ser uno/a mismo/a. Los dos sabéis quiénes sois y os sentís en paz. No esperáis que os salven ni os perdéis en el otro. No os necesitáis, elegís acompañaros.

 

¿Y tú, te has planteado si en tu relación avanzas un 50%, menos o más? Y la otra persona, ¿cómo sientes que está respecto a vuestra línea de relación?

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